Miró por enésima vez esa foto que en instantes subiría a las doradas redes de turno. El creía que no era la mejor, ya que si bien le gustaba su sonrisa, claramente la ropa no era la apropiada. En el mismo momento, pero en otra parte del mundo, ella también dudaba pues no estaba conforme con ese levísimo sobrepeso que apenas se presumía, pero bien adoraba el vestido comprado en esa tienda de marca y prestigio. Son tiempos del primer impacto. Es la era de una sola bala. Estamos en la época donde todo debe entrar por ojos mediatizados en sitios y aplicaciones del infinito ciberespacio. Allí y solo allí nos mostramos regios, poderosos e imbatibles. Siempre he pensado que si alguno de nosotros se trasladara en el tiempo unos doscientos años al futuro y encontrara archivos de LinkedIn, Facebook, Instagram, se quedaría con la absoluta certeza de lo fantásticamente bellas y felices que eran nuestras generaciones. En esos recuerdos del futuro no habría lugar para nuestras zonas oscuras, nuestras tristezas, nuestras debilidades. Somos lo que mostramos o somos lo que tenemos dentro y quizás solo nosotros lo sabemos?. Puede ser que de tanto escondernos, nos olvidemos de nosotros mismos y hasta de quiénes somos en realidad. El “To be or not to be” de William Shakespeare queda sepultado por la catarata de fotos de nosotros mismos, los todopoderosos del Siglo XXI.
Es probable que la endeblez de las relaciones actuales se produzcan porque el primer paso casi siempre es dado en falso. Nos gustó su camisa y su sonrisa, pero luego descubrimos que los días de lluvia no lo sensibilizaban y creía que Whitman era un zaguero del Chelsea. Nos gustó su cuerpo bien torneado, pero al tiempo nos dimos cuenta de su diálogo insostenible ni bien nos apartábamos de obviedades y vulgaridades. Sin embargo, ésta era de los esplendorosos dará paso a los tiempos de los hombres y mujeres con coeficientes que conjugados, nos arrojarán nuestros algoritmos imposibles de esconder. Vienen tiempos feroces ya que a Usted no le alcanzará con una buena imagen, pues a la vez, necesitará que estén alineados sus conocimientos, habilidades, ideas y hasta posturas ante determinado hecho. Mire, debo serle franco, no faltan más de diez o veinte años para que Usted claramente sea una fórmula y la misma pueda incluso contener tendencias exponenciales, logarítmicas, lineales, potenciales, polinómicas. Cual ADN, su vida estará marcada en base a sus conocimientos y pensamientos. A los descreídos les recuerdo que Netflix, Amazon o los sitios de viaje, ya conocen a la perfección nuestras selecciones y prioridades. Póngase el escudo de la protección de datos que Usted quiera, pero no dude que la próxima generación tendrá más oportunidades cuanto mejores puntuaciones tenga en las habilidades buscadas por una empresa o una universidad. Hacer “match” ya no será solamente cuestión de buenos retoques en la imagen.
Enorme tranquilidad le daba a mis abuelos y mis viejos, año a año, buscarse y encontrarse en el mamotreto de la vieja guía telefónica. Estar en esas guías era simplemente el hecho afirmativo y final de nuestra existencia sobre la tierra. De ellos aprendí que había características telefónicas mas preciadas que otras, como la 42 o la 48, reservadas para las zonas distinguidas de Barrio Norte. Ser portador de un 242 o un 624 nos marcaba como miembros de otra Argentina, la que hoy se denomina el “primer cordón del GBA”, algo así como “más allá la inundación”, pero dicho con vocabulario de la sociología moderna. Estar del “otro lado” era una frontera cultural mucho más inexpugnable que la geográfica. Por favor si siente que exagero, le ruego que se lo tome un poco en solfa. Hoy estamos en la era del “con el 15 adelante” y a partir de allí todos los gatos son negros. La democracia y la igualdad también llegó para los números telefónicos. No éramos aún algoritmos, pero unos simples pocos números de la “característica” ya nos ubicaba en un lugar. La gran guía de ENTEL era un Facebook sin fotos, ni likes. Pero estar allí, era sencillamente existir.
Nuestro filósofo del pueblo y genial interpretador de emociones, Diego Armando Maradona, con una claridad absoluta afirmaba “si no apareces en la tele no existís”. Como nadie expuso popularmente la importancia del “ESTAR”, del “MOSTRARSE” (sea la foto adecuada, estar en el programa más visto, recibir los “me gusta” más deseados). El “SER”, esa entidad cuerpo – alma que solo nosotros mismos conocemos, no es tan importante y menos para andar desnudándolo en cualquier esquina. Para los que venimos de las barriadas, la trascendencia pasaba por el “ESTAR”, y era mejor cuanto más masiva fuera la repercusión. Era casi un mandato, tratar que nos invitaran a ese cumpleaños de la piba de la casa linda y acomodada familia o mostrarnos junto a los que triunfaban. Siendo sinceros, poco o nada ha cambiado, simplemente que ahora todo es amplificado por las carreteras de fibra óptica. Muchas veces me he preguntado si mi foto en el diario “Anhelos” de la Escuela Normal Antonio Mentruyt, de tiraje simbólico, era o no un pasaje a la gloria. Los compañeros nos admiraban; con suerte, hasta se podía obtener la complacencia de las señoritas, que en condiciones habituales nos ignoraban.
Entre Facebook y aquel diario escolar parece que hay diferencias, pero la realidad es que no las hay. Ambos están vinculados por el figurar y el trascender.
La sociedad Híper Conectada nos muestra en vivo y en directo un asesinato bestial y le damos la misma importancia al embarazo de la figurita del momento o al pastel de papas preparado en ese programa de cocina. El punto es que el hecho es más real cuando se lo mediatiza. Los que mueren de hambre o por guerras no tienen cámaras en vivo. Este post busca la meditación de los que estamos y trabajamos en Medios. Es para pensar acerca del Poder que los mismos tienen. Pueden hasta ejercer justicia y hacer visible lo invisible. Y viceversa. Será feroz, ya que Usted descubrirá que solo se construye desde la educación, el esfuerzo, el trabajo conjunto y sobre todo con la tolerancia y respeto por el otro. A esta altura de mi vida ya me cansan los agoreros de derechas o izquierdas que anuncian tsunamis si no tomamos la píldora A o Z. A lo largo de mis años, tomé píldoras de todos los colores. Y las únicas que me hicieron efecto positivo son las que usé para Estudiar y Trabajar más. Las píldoras para no soñar, las tiene solo Sabina. Pero el Gran Joaquín también tiene las grageas de las ilusiones. No le tenga miedo al mequetrefe de turno. Sea bravío y mire para adelante, por lo no menos a 10 años vista, que lo demás es puro cuento. En el mientras tanto, el mediocre no logrará liberarse de sus resentimientos y se quedará buscando las fotos más lindas en su cajón de Narcisos.
El anodino no soportará las formas fuera de lugar, por lo cual desconocerá la cortesía, que es la mejor y única manera de respeto por los demás. El tarambana se sentirá libre de culpa y serena su conciencia estará, si disposiciones legales lo liberan de las sanciones por las faltas que cometió. La impunidad lo tranquilizará. Estamos en tiempos donde hay más presencias mediáticas que proyectos. La declinación de la educación permite una sociedad sin ideales y sin cultura, lo que facilita la existencia de políticos ignorantes y rapaces. Ojo, sea feroz, que vienen los de abajo y van por el cambio. Que sus manos ardan de planes. Que su cerebro explote con ideas multicolores.
Alain Badiou, agudo filósofo francés y contemporáneo, respondió a la pregunta “Qué es vivir en Inmortal?” con esta maravillosa respuesta: “Es vivir en el centro de una verdad, incorporándose a un proceso creador, ya sea amoroso, político, artístico o científico. Vivir en Inmortal es declarar un amor y recibir su confirmación del otro. Vivir en Inmortal es participar con entusiasmo en una manifestación decisiva, contemplar un cuadro y llorar, comprender un teorema y avanzar”. No somos fotos elegidas. Ser feroz es buscar la trascendencia y la eternidad por lo que somos y no lo que mostramos. Es allí donde la vida se torna mucho más vibrante y real que la que simulamos en las redes.
Continuará…
22 de junio de 2021.
Tributo a Alain Badiou (1937-)
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