PROVOCACIONES Y TRIBUTOS

Los Asesinos de Ilusiones

Si hoy no luchas, mañana no llores

 Entre diversos crímenes perfectos existentes, creo que los peores son aquellos ejecutados por los “Matadores de Ilusiones”. Son quizás más peligrosos y más arteros que los “Refutadores de Leyendas” al decir de Alejandro Dolina ya que los “Matadores de Ilusiones” no solo te arrancan tus sueños sino que también construyen relatos, incluyendo hasta épicas mentirosas, para que de esta forma puedas quedar falsamente satisfecho, aunque la realidad indique que estés totalmente vacío por fuera y por dentro. En mis escritos, repetidas veces vengo exponiendo que el ser humano se ha movido hacia delante siempre y únicamente por las utopías, los sueños y las ambiciones, en suma ilusiones para encontrar un futuro mejor.

En viajes por el interior del país, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, siempre me llamó la atención la visión de los que fundaron (1850-1900) gran cantidad de ciudades con un trazado pensado en base al crecimiento por venir. Doy por caso Tres Arroyos, Azul, Tandil y tantas otras, en las que, repetidamente, se impone el corazón central de una gran plaza, rodeada de una santísima y alta iglesia, un par de bancos imponentes, la Municipalidad y muy cerca seguramente una escuela importante. Pero lo que más me conmueve es que esas ciudades fueron pensadas y diagramadas hace 150 años con muy amplias avenidas, algunas hasta con diagonales, cuando en realidad pocos o ningún automotor circulaba por esos paseos. Me he preguntado muchas veces que fue lo que llevó a los fundadores de esas urbes a diagramarlas de manera tan ostentosas, expansivas, inmortales. No encuentro otra respuesta que la de las “Ilusiones Buscadas”. Teníamos en ese entonces, la capacidad de mirar un horizonte, como escribo habitualmente “pensar en grande”.

Graciela Moreno nos cuenta en las redes sociales, que en 1965 se llevó a cabo la Operación 90, siendo esta la primera expedición terrestre argentina que llegó al Polo Sur. Demás está decir que lo hicieron sin GPS ni mucha tecnología, más que unos teodolitos y con solo estrellas y la luna como guías. Ella cuenta con orgullo, que su padre, Adolfo Moreno, fue uno de los topógrafos de la misión. A cargo de la expedición estaba el General Jorge Leal, aclarándonos la misma Graciela, que era un hombre de profundas convicciones y por mi parte me permito agregar que seguramente era un hombre forjado en ilusiones y utopías. Imaginemos por un momento a estos diez muchachos (perdón por la cordialidad respetuosa de la palabra) diseminados por ese gélido desierto blanco llevando el estandarte de nuestra patria con el único y sublime objetivo de llegar a los 90 grados de latitud sur o sea el mismísimo Polo Sur. Hoy, con tristeza, Graciela nos cuenta que los “Diarios no hablaron ni de ti ni de ellos”, robándole algo de letra a Sabina. Olvidados y sepultados en las oscuridades de relatos de quiénes nos robaron todos las ilusiones.

León Festinger (1919-1989) fue un encumbrado psicólogo social quien es reconocido por su famosa “Teoría de la Disonancia Cognoscitiva”. Dicha teoría expresa que el ser humano es un manojo de contradicciones y que vive luchando por reducirlas para lo cual trata de cambiar su conducta para no repetir errores una y otra vez. Philip Kotler (1931- ), sin dudas mi gran maestro e inspirador, toma esa teoría y concluye que cuanto mayores son las esperanzas puestas detrás de un objetivo y cuando las mismas no son alcanzadas, la desazón es una auténtica herida (digamos grieta) de la cual no es fácil sobre ponerse.

Festinger por un lado y Kotler por otro, sostienen que la única forma de zanjar estas frustraciones es con un profundo cambio de conducta, caso contrario entraríamos como sociedad (una sumatoria de millones de individuos) en una pasmosa mansedumbre, estando a un paso de ser un rebaño fácilmente manejable, alimentado y fogoneado por falsas epopeyas. Sin embargo, esas mismas tensiones y contradicciones (disonancias) bajo entornos que nos impulsen al cambio, al crecimiento, a las mejoras, serían excelentes alicientes para poder avanzar. Los que fuimos formados en la infancia, con sólidos valores y firmes creencias morales, sentimos que las injusticias, las tropelías, la depredación nos producen una enorme tensión adversa, de la cual solo podríamos salvarnos si tuviéramos el estímulo del pensamiento positivo manteniendo bien presente el recuerdo de nuestro aprendizaje pasado.

Cuanto mayor es el esfuerzo puesto, mayor es la retribución que esperamos. Como los diez valientes, con el General Leal a la cabeza, que tenían como meta clavar la celeste y blanca en el ombligo sur de la Tierra. Fue tan grande su recompensa, el honor no tiene precio, que por años (nos cuenta Graciela) se siguieron reuniendo (cada 10 de diciembre) en un restaurante hoy cerrado para repetir una y mil veces las historias que todos ya sabían de memoria pero que renacían nuevamente al contarlas por enésima vez. Códigos y sueños de hombres de bien.

De chico, mis ilusiones tenían matices y complejidades, ya que el mango escaseaba fuerte y no era cuestión de alimentarse con muchas esperanzas sobre todo materiales. Sin embargo, los viejos nos formaron con la fuerza del “Tú puedes”, popularizado luego por los movimientos de autoestima de los 90. Pero claro, el empuje para la concreción de mis ilusiones me fue sellado en los 50 y los 60, cuando mi blanco guardapolvo crujía de tanto almidón, teníamos solo un par de zapatos y una pelota de trapo, que a mi me hacía sentir como si estuviera jugando en el estadio de la Doble Visera.

Hoy estamos viviendo en una era de “Matadores Seriales de Ilusiones”. Casi una miniserie de una gran cadena de televisión. Gobernantes que mienten en cuanto a los objetivos a lograr, Justicia que no ajusticia, Representantes que solo se representan a ellos mismos o a sus dietas o negocios o beneficios, llevando de esta manera a nuestra sociedad a un círculo sin salida, cargando por ende pesados malogros, insoportables de llevar. Si acepto la Teoría de Festinger, deberé concluir que entre los fiascos y fracasos en los que estamos inmersos, estará en algún momento supremo, la salida. Solo que esa salida será dolorosa y traumática, no estará exenta de alteraciones económicas violentas y seguramente disturbios sociales. No estoy haciendo apología de desmanes, alborotos o perturbaciones. Solo estoy leyendo la Historia de la Humanidad cuando a esta le tocó enfrentar situaciones tan límites como la actual. Estoy totalmente convencido, que lo que vendrá y desplazará a lo viejo, no lo conocemos aún. Será una fuerza nueva, distinta. No tendrá centralidad en el Instituto Patria, ni en Balcarce 50, ni en cómodas Chacras custodiadas por Exaltación de la Cruz, ni en juntadas amarillas “chill out” de leves reflexiones para el cambio. En todos esos lugares está el pasado.

Cuando llegue el cambio, la escala Richter de Terremotos estará en sus máximos, y es muy probable que los “Asesinos de Ilusiones” ya no tengan espacio.

Que así sea, por el bien de todos.

 

Tributo a León Festinger (1919-1989)

* Empresario y Docente

Diciembre 2020

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