DE PROVOCACIONES Y TRIBUTOS

Porque una Casa Contigo Jamás es una Oficina

 

Si trastocamos Espacios se pierde el Equilibrio de una Sociedad Organizada

Intentaré con este escrito inquietar, desacomodar y provocar al lector que por estos renglones se pasee. Esta nota es una incitación absoluta, para que podamos pensar desde otro ángulo y no ser parte de un rebaño que como loro repite lo que falsos influyentes nos dicen. Si gano enemigos estaré satisfecho, ya que por lo menos habré logrado promover el arma más maravillosa que el ser humano dispone para crecer, que es la de Dudar y Debatir, así en un círculo infinito y sin fin. Si en mi escrito hay atisbos de exageraciones, quiero que sepa que los mismos fueron buscados adrede, ya que una idea llevada al límite puede ayudar a entender donde quizás esté el punto medio. Prefiero el absurdo al silencio. Adhiero al lado oscuro de la luna y no a la que vemos fácilmente por las noches.

Primera piña al mentón. Estoy convencido que el “Home Office” nació en alguna sociedad rica y desarrollada, con gran conectividad digital, dentro de una empresa con buenas utilidades, seguramente enclavada en atiborrados centros urbanos y con dificultades de estacionamiento y transporte. Esta conjunción cierra perfecto, si a la vez sumamos a la ecuación a algunos empleados que buscaban beneficios adicionales (ya que más aumentos de sueldos no se les podría dar) y algún genio del management (empezando por él mismo) decidió que los viernes o lunes era buenos momentos para quedarse en casa para “trabajar”. Nunca un martes, un miércoles o un jueves ya que la licencia debía ser un disimulado alargamiento del fin de semana. Curiosa forma de determinar de manera indirecta, una reducción de las horas laborables dentro de una semana típica de Lunes a Viernes. Debiéramos agregar, que esos trabajadores seguramente vivían solos o estaban en parejas sin hijos y en el caso en que los tuvieran, los mismos bien a custodia estarían en colegios de doble escolaridad. En suma, en esos lunes o viernes, la casa era un páramo de tranquilidad, ya sea para trabajar un poco, para ver Netflix, sin olvidarse en caso de salir, llevar el celular a su actividad deportiva o a su reunión con amigos (por las dudas que lo llamaran). Por Dios, seamos por un momento sinceros cuanto menos con nosotros mismos. Como cierre de este párrafo, creo que el “Home Office” nace en el cruce de una empresa rica (y con algo de grasa estructural) y un grupo de empleados con ganas de trabajar algo menos y a los que se les concede esa gracia por temas económicos o para retenerlos temporalmente de alguna manera. Demás está decir que esto representa solo al 25% de la población laboral del mundo (básicamente servicios). El 75% restante está en trabajos de producción industrial, agraria, minería (en general de la economía primaria) o con relación directa con el usuario. Si estamos viendo miles y miles de trabajadores que viajan a toda hora en todo tipo de transporte, es que sencillamente el país aún está en fase de desarrollo de Primera Ola (al decir de Alvin Toffler). Ese laburante no vive en Silicon Valley, vive en La Matanza al fondo y por otro lado seguramente su trabajo estará precarizado, manera elegante de decir “en negro”. Venga la piña que la aguanto.

Segunda trompada a la mandíbula. La “educación a distancia”, nace en instituciones (generalmente con renombre) que buscando expandir su geografía de incumbencia, comienzan a dar cursos en lejanía, inicialmente con cuadernillos llegados por correo para luego con el advenimiento de internet, empezar con envío de materiales por email, generando así sistemas complejos de interacción con sus alumnos. Nacía el mundo del “Tutorial”. Por supuesto que ese alumno también debía vivir en un hogar con muy buen nexo digital, tener más de una computadora, mejor que no tuviera hijos o hermanos y por supuesto tener una casa lo suficientemente cómoda como para no tropezarse con otros niños y parientes por los pasillos. Puedo asegurar que ese alumno sería aprobado al final del curso ya que no estaría exigido a arduas presentaciones ni a  respuestas vibrantes en clase. Su mentor estaría mediatizado por un ordenador, tras el cual, el alumno, bien podía simular presencia o tener abiertas pantallas de otros sitios web. Venga la otra piña que la aguanto también.

A esta altura saltarán desboscados los defensores del “Todo es Mejor en Casa” y el insulto que recibiré es “este hombre está senil y fuera de forma”, a lo que responderé que quien esto escribe tiene la experiencia a cuesta de haber dirigido Instituciones Universitarias de gran prestigio con modalidad presencial y a distancia. Por mis aulas pasaron miles de alumnos a lo largo de más de cuarenta años. Desde el punto de vista empresario mi experiencia creo que le va en zaga ya que he dedicado treinta y cinco años de mi vida en desarrollar una empresa basada en la Inteligencia Colectiva generando servicios para multinacionales. Creo tener los créditos que me permiten afirmar que hay espacios físicos para cada tarea. Se duerme en el dormitorio, se come en el espacio comedor y al baño se va a hacer lo que el cuerpo mande. Toda alteración del orden es una disrupción que seguramente no nos llevará a algo bueno. Tiro piña y me pongo con guardia alta. Quiénes me siguen en lecturas o en redes sociales saben que estoy del lado de las “Clases Presenciales” (indiscutiblemente hasta los 18 años) y no apoyo el “Home Office”, salvo contadísimas excepciones.

Edgar Allan Poe (1809-1849) tiene una obra maestra llamada “El Pozo y el Péndulo”, que en las últimas semanas la he tenido presente en mi cabeza una y otra vez. En un breve cuento, Poe nos describe a un hombre que es encerrado en un pozo, camino a su fatal final. En la lectura sufriremos junto a este hombre acompañándolo en su desorientación, la dejadez, el total desconcierto y la desesperanza absoluta, ya que su camino a la muerte es inevitable. Por si fuera poco, en este mortal encierro el protagonista está enclaustrado y se cierne sobre él un péndulo enganchado a una filosa guadaña y que ante cada movimiento de él, va descendiendo sobre su cabeza lentamente. Si no muere de inanición morirá cortado por la cuchilla. Lo terrible del cuento de Poe, es que el pasaje del tiempo es lento pero inexorable. Nada podrá evitar al protagonista salvarse de la reclusión o del degüello final. Mi tributo a Poe y a este cuento, es que casi sin darnos cuenta, el pueblo está cada día más encerrado y que un péndulo y su cuchilla se acercan a él.

Exagerado? Solamente miremos los índices de pobreza, alfabetización, inflación, niveles de desocupación y precariedad, salud de los últimos cincuenta años y es de necios no darse cuenta que estamos cada vez más cerca del final de un tiempo. Al igual que el protagonista no tenemos salida, nuestras celdas (físicas o mentales) nos encierran más y más. Igualmente, para darnos un poco de ánimo, digamos que al final un tal General Lasalle le tiende una mano a nuestro personaje y lo saca del pozo.

Vivimos en tiempos de encierros colectivos y pobres aquellos que piensan que el “Home Office” o la “Educación No Presencial” llegó para quedarse. La llamada “Cultura Empresarial” jamás puede ser construida por Zoom y siendo descarnado, dicha “Cultura” no es otra cosa que la “Rosca” que se va generando entre empleados, gerentes y directores, detrás de un objetivo común. Y que yo sepa, una “buena rosca” no se puede hacer por camarita. Si prefiere quedarse con trabajos que privilegian el “Home Office”, quiero que sepa que seguro se perderá justo “esa” reunión donde se definieron tareas que lo iban a beneficiar o a perjudicar. Vamos, nadie se acordará de llamarlo! Ganan los que están en la cancha y los que están en la tribuna solo acompañan con cánticos. En la Educación es igual. En que mente afiebrada puede entrar el concepto que una familia tipo con dos niños viviendo en unos sesenta metros cuadrados, en un país con una penetración de Banda Ancha no superior al 55%, mediana calidad de conectividad y con una presencia de 1.3 Computador por hogar, pueda alegremente estar apretujada y luchando por unas horas frente a la única PC, para poder así hacer deberes escolares o simplemente trabajar?. Si jugamos todos a mentirnos, allá vamos directo al pozo con el péndulo y la cuchilla sobre nuestros cuerpos.

Es el final de la nota. Seguro varios estarán pensando que soy antiguo en mi visión. A veces hay que tener cierta edad para expresar algunas opiniones, cierto grado de inconciencia o de incorrección política. Se huele en el ambiente desobediencia civil, fruto del hartazgo y del pozo donde nos metieron. Por favor no olvide que con estos párrafos, quise mojarle la oreja con una provocación a su pensamiento. Ahora espero su idea. Pero ojo que yo en el hueco negro, con un péndulo y una cuchilla sobre mi testa, no me quedo.

 Tributo a Edgar Allan Poe (1809-1849)

19 de abril de 2021.

 

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